Arquitectura. Un hecho real.
Ante la pregunta, cuales son las “diversas variables” a tener en cuenta, para proyectar y obtener una magnífica solución arquitectónica, no sabríamos enumerarlas, pero sí conocemos, lo que no es una buena arquitectura y las variables que la componen.
Al realizar un primer análisis de una determinada arquitectura, podemos referirnos también a otra que por antigüedad cultural y reconocimiento, nos haya aportado las connotaciones necesarias, para empezar a entender aquello que su “autor” ha querido transmitir.
Detrás de cada obra, siempre hay un autor y conociéndolo, así como profundizando en su intención, podemos obtener una primera referencia, que nos resuelva nuestro inicial interés.
La destreza personal en el conocimiento, tratamiento y colocación de las variables que componen el concepto espacio, su magnitud y relación temporal y por último su formalización por parte de los expertos y maestros, siempre tras un aprendizaje de oficio, resuelve generalmente esta duda.
El autor, nace con una reflexión inquietante, siempre quiere salir al exterior, saborear sutilmente sus temores de no obtener un mensaje preciso, un mensaje que aporta un poco más, esa parte aún no materializada y no conocida. El infinito se empieza a hacer más pequeño.
Las herramientas se han ido perfeccionado con el tiempo, al principio, las líneas de cada autor, son gruesas, cortantes, incómodas, sin fuerza, sin contenido. Juntando algunos matices, se logra que establezcan un primer sentido. Un punto. Una primera “referencia”.
Aparece la primera mancha, no tiene color, ni textura, ni edad, tampoco tiene piedad, pero resuelve la trágica destreza de encontrase con el vacío y que éste desaparezca.
Un primer planteamiento que nos delimita la primera variable y que a la vez emociona. “Vacio”.
El “tiempo”, la tranquilidad de saber que siempre corre, está en movimiento , que se desplaza y nos deja hacer.
Y lo efímero.
Cuando se aplica a la arquitectura (y no a su autor), se materializa y al expresarlo por primera vez, adquiere entidad, un amigo aparece: “el espacio”.
La expansión del espacio, con su “movimiento” y en el tiempo, nos proporciona un lugar que hay que ver, oir, tocar y sentir, en fin. Música.
“Luz, sonido, materia”. A veces “ruido”. Mucho ruido.
A partir de aquí, las variables adquieren dimensión, aumentan y disminuyen buscando el punto de encuentro que las haga ser apreciadas en su justa medida.
Un exceso provocará en cualquiera de ellas, desproporcionalidad, amargura, un hecho irreal, un contenido desmesurado y al contrario su falta, incomoda y se adentra en el retroceso de nuevo, de reencontrar un “vinculo”.
Se puede añadir o agrupar exteriormente, dividir o enlazar, acumular o simplemente desgranar.
El camino de recorridos se adentra en una ilusión final, que nace desde la propia decisión de hacer y proyectar, al final materializar.
Se evidencian las primeras “tendencias”, “sueños”, “conocimientos” e incluso “experiencias” personales.
Pero al seguir buscando la relación con futuras variables, ellas mismas determinan las que han de llegar o aun están por aparecer.
“Técnica y sentimiento a la par”.
Para estar cómodos, las interrelacionamos ; y para adquirir presencia, las intentamos conocer más en profundidad aumentando y concretando cada vez mas las propuestas y sin que se lleguen a dominar, pues su dominio impediría su adaptación y a la vez su aceptación.